Inevitablemente, cuando estamos fuera de casa, la vida continua, tanto para los que nos hemos marchado como para los que se han quedado.
Sin embargo, la percepción es distinta. Me explico. Yo seguía en contacto con mi familia, hablábamos una vez a la semana, y estaba al tanto de todo cuanto acontecía a familiares y amigos. Pero yo no estaba allí. Pasaban cosas, me las contaban, pero yo tenía la sensación que estaba fuera de todo aquello. Simplemente, no formaba parte...
Durante mi ausencia sucedieron hechos, acontecimientos, pero yo me los estaba perdiendo. Me enteraba, si, pero cuando ya había pasado el tiempo. Siempre las noticias llegaban con retraso... Y evidentemente, no es lo mismo vivirlo que te lo cuenten...
Si decidimos marcharnos fuera, tenemos que ser conscientes de esto. Parece una nimiedad, pero no lo es. Porque serán precisamente este tipo de cosas las que pondrán el acento en la lejanía, en el "estoy lejos de casa".
Durante nuestra ausencia habrá cumpleaños, aniversarios, incluso entierros, tal y como me pasó a mí en otro viaje, y no podremos estar allí.
Cuando me llegaban noticias de acontecimientos importantes, y me entraba cierta nostalgia sobre lo que me estaba perdiendo, automáticamente pensaba en lo que estaba viviendo en Irlanda: las experiencias de mi día a día, mi trabajo, el vivir en la misma casa con personas diferentes...
Si, era cierto, me estaba perdiendo muchos acontecimientos, pero también estaba viviendo otros muchos que, de no haberme ido, nunca los hubiera experimentado. No todo se puede en la vida, y hay que sacrificar algunas cosas para tener otras... Y esto hay que tenerlo claro.
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