jueves, 25 de abril de 2013

Dublin y la vecina de al lado...

A Peter le encanta escuchar música. Lo hace a todas horas. No le importa la hora, no le importa el volumen, no le importa si alguno de nosotros está durmiendo.
Para mí, escuchar su música es sentir que hay alguien en casa. Aunque yo esté en mi habitación estudiando, leyendo o limpiando... la música de Peter me hace sentir su presencia en casa.
Sin embargo, la vecina del 81, Mc Kee RD., no pensaba lo mismo que yo…

Una mañana Peter tenía la música de su habitación a todo volumen. Tenía la puerta cerrada, pero vibraban los cristales, el suelo… y si te acercabas demasiado a la puerta no se podía hablar.
A los 20 minutos tocan el timbre. Como mi habitación estaba al lado de la puerta de entrada, casi siempre era yo la que abría.
Del otro lado me esperaba una señora de unos 50 o más años, bastante enfadada que no dejaba de hablar y gesticular. Yo no entendía nada. Dejé que me echara el sermón, que no dejara de chillarme y de gesticular con los brazos, y cuando terminó le dije con cara de nada:” Lo siento, pero no le entiendo”.

Se tranquilizó momentáneamente y volvió a repetirme las frases más despacio. Le entendí que la música estaba demasiado alta y que le dijera a Peter que se pasara por su casa porque ella quería hablar con él.
Le respondí que sin problemas, que ahora mismo le decía que bajase la música.

Cuando cierro la puerta Juyeon está detrás de mí partiéndose de la risa!. Subimos las 2 a golpearle la puerta a Peter. La música estaba tan alta que casi tuve que pegarle puñetazos para que pudiera escucharme… Le digo a Peter que baje la música por favor, que la vecina está enfadada. Pone cara de “qué pesada esta mujer!, siempre igual…” y baja la música. Pero tampoco demasiado... He de añadir que las paredes y techos de las casas irlandesas parecen de papel. Se escucha absolutamente todo...
Los 3 nos quedamos partiéndonos de la risa en la planta alta de la casa.

El episodio volvió a repetirse unos pocos días más tarde. La única diferencia fue, que en esta ocasión, la puerta la abrió Peter. Yo escuché la conversación desde mi habitación.
La vecina le dijo unas 4 cosas bien dichas sobre el volumen. Él asentó la cabeza y nunca más puso la música tan alta…

Mi casa de Dublin. La puerta de la izquierda es la casa de mi vecina...

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