domingo, 21 de abril de 2013

Dublin y la señora del autobus

Todos los días cojo el mismo autobús para ir a mis clases de inglés en el centro de Dublin. Siempre a la misma hora. Y Siempre a la misma hora sube mi vecina, que vive en la casa de en frente. Durante los primeros 2 ó 3 días nos saludábamos con un escueto “hello” al vernos.
Pero atendiendo a la típica cordialidad y sociabilidad irlandesa, pronto pasamos del saludo inicial a contarnos nuestras vidas.

Ella está casada con un hombre español de Málaga, tienen 2 hijos y viven en Dublin. Ella sabe hablar algo de español, pero le da vergüenza practicar conmigo. Le encanta España, el sol, el calor, el buen tiempo, y el ritmo de vida… Ella trabajaba como enfermera en un hospital, y siempre protestaba contra una paciente anciana que le daba mucha guerra.

Mi vecina no dejaba de hablar, y eso que se bajaba a los 10 minutos de haber subido al autobús. Me contaba miles de historias, divertidas, graciosas, tristes… pero yo no era capaz de entenderle ni la mitad… Cada mañana me lamentaba por ello. Entendía algunas cosas, pero muy pocas. Para mí ella hablaba muy deprisa, y aunque en alguna ocasión le pedía que no hablase tan rápido, y ella bajaba el ritmo, yo me daba cuenta que eso no era suficiente y terminaba por agotarme por el esfuerzo de intentar comprenderle y asentar con la cabeza todo lo que ella me decía…
Cuando le entendía una frase seguida de lo que me estaba comentando, yo reía de emoción!!. Pero generalmente lo que escuchaba era un sinfín de sonidos sin sentido para mí…

Cuando llegábamos al hospital, ella se bajaba y me saludaba efusivamente hasta el siguiente día, en el que nos volveríamos a ver, ella a subir al autobús y a no parar de contarme historias mientras yo asentía con la cabeza resignadamente…





Trinity College. Dublin.

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