En la cocina tenemos un lavavajillas. Apenas yo
había llegado a la casa lo usábamos, pero cuando las pastillas del
lavavajillas se terminaron allí quedó el electrodoméstico, sin usar.
A
mí me pareció una locura, tener un lavavajillas y no usarlo porque
nadie compraba las pastillas. Asique el día que me tocaba la compra,
puse en mi lista las pastillas. Las compré y nuevamente volvimos a
utilizarlo.
El problema fue
cuando éstas se terminaron. Yo vi que nadie las compraba, y yo me negué a
ser nuevamente yo quien tuviese que hacerse cargo de ese gasto. Asique
no las compré.
Un día, empiezo a ver que los platos, vasos y cubiertos desaparecían. Cada vez había menos.
Teníamos un cuchillo, que era el mejor, el único que cortaba de verdad. Y también desapareció.
Me
puse a buscarlo por toda la cocina pero no aparecía. Hablé con Peter, y
él tampoco sabía dónde estaba, y se le ocurrió buscarlo en el
lavavajillas, que hacía aproximadamente unas 2 ó 3 semanas, sino más,
que no lo usábamos. Cual fue nuestra sorpresa al abrir la puerta: estaba
lleno de cosas!!. Todos los platos, los vasos, los cubiertos que
estaban desapareciendo de la cocina estaban allí. Pero no estaban solos,
no, estaban acompañados cada uno, por un centímetro de moho. No os
exagero, un centímetro.
El olor pestilente que salió de allí no puedo describirlo con palabras.
Peter
y yo nos quedamos alucinados. Según parece, alguien, por no lavar,
metía los platos sucios allí. Cuando ya no quedó más espacio dejó de
hacerlo, pero al cerrar la puerta, con la humedad, el calor y los restos
de comida… pues ya os podéis imaginar el escenario… Aquello era
asqueroso!!.
Asique
empezamos a sacar las cosas de allí, evidentemente con guantes, nadie
se atrevía a tocarlo. Nos tocó, a Juyeon y a mí, fregar no sé cuantos
platos, vasos, cucharas, cuchillos, tenedores… pero sin poder aguantar
el olor. Era nauseabundo aquello!. De vez en cuando nos venían arcadas y
teníamos que salir al jardín a tomar el aire… Indescriptible el tener
que remover aquella masa de moho…
Decidimos
entre todos, poner un poco de dinero y comprar las pastillas, después
de todo no era tanto. A los 2 ó 3 días todo el mundo contento: tenemos
pastillas otra vez!, ya no tenemos que fregar!.
Así, los días sucesivos todos el mundo fue colocando la vajilla sucia… cuando éste se llenó, lo pusimos a funcionar.
Cuando
Juyeon abre la puerta para guardar las cosas ya secas y limpias, nos
llama a Peter y a mí y nos dice: “Oye, estas pastillas huelen muy bien…
tienen un perfume afrutado… parecen, parecen, parecen, no sé, como si
fuera suavizante para la ropa, no?”. Y efectivamente, así olía.
Asique
Peter cogió el paquete de las pastillas y ponía: “Laundry detergent in
tablets”. O lo que es lo mismo: “detergente para ropa en pastillas”.
Cuando Peter las compró se equivocó y en lugar de comprar pastillas para
lavavajillas compró pastillas para lavarropas. Sin comentarios!. Parece
ser que es el único en la casa que tenía problemas con el inglés…
Nos
reímos. Y mucho. Y no os podéis imaginar hasta donde de nuestra
ridícula situación!. Asique nuevamente nos tocó fregar toooooodos los
cacharros a mano, uno a uno (que no eran pocos), ya que comer con platos
que habían sido limpiados con detergente para ropa no es muy sano que
digamos… No teníamos término medio: o nos mata el moho (por guarros) o
el lavarropas (por excesivamente limpios…).
No volvimos a comprar pastillas de ninguna clase. Asique, nuevamente, el lavavajillas sin usar… muerto de la risa!.
Mi cocina de Dublin, y el lavavajillas de la discodia a la izquierda...