domingo, 10 de marzo de 2013

Dublin y la dolorosa...

Una noche, cuando llego de trabajar, me dice Juyeon que el casero ha estado allí esta tarde. Trajo las facturas de la luz, de la basura e Internet.
Según parece, Peter se enfadó muchísimo cuando vio la factura de electricidad.
Nosotros teníamos una tarifa plana de Internet, eran unos 20 MG., que si bien ahora no es una potencia impresionante (hay empresas que ofrecen mucho más), en aquel momento era una auténtica pasada!. En España en 2009, no había casi ninguna compañía que ofreciera esa velocidad. Peter necesitaba una buena conexión, él era diseñador gráfico freelance.

En cuanto al impuesto de la basura, se pagaba por la recogida semanal. Había un calendario que se repartía por los barrios, en los que se indicaban los días de la semana en los que el camión de la basura pasaba por allí. Era obligación de los propietarios de las viviendas el sacar los cubos a la calle, porque ellos no entraban a los jardines a recogerlos. Si no había cubos en la acera, no había recogida!, así de simple…
Estaban los días de recogida de basura orgánica, que era normalmente unas 3 veces por semana (en mi zona eran los lunes, miércoles y viernes), y la basura para reciclar (cartón, cristal…) que era una vez a la semana, en mi zona tocaba los jueves.

Como ya indiqué en un post anterior, yo me imaginaba que la factura de la luz iba a ser un disparate. Teníamos calefacción eléctrica, y el agua de la ducha funcionaba con un aparato eléctrico también, al igual que el agua del grifo de la cocina y el cuarto de baño. Con los problemas de frío que teníamos en la casa, era evidente que la factura iba a ser elevada, pero nunca imaginé que vendrían 300 euros…

Según Juyeon, Peter se molestó cuando vio la factura, y efectivamente ella no me estaba mintiendo, porque cuando Peter bajó de la habitación un poco más tarde, me comentó el problema de la factura. Nos tocaba pagar a cada uno, entre todas las facturas, unos 100 euros por cabeza. La solución, según él, pasaba por cuidar el tiempo en la ducha y no encender la calefacción. A lo primero le di la razón, en lo segundo no negocié.
Le dije que la casa era sumamente fría y no se aguantaba!. Mi habitación era una nevera, pero la de Juyeon directamente no se podía estar… Las habitaciones de mis compañeros estaban en la última planta, y eran las más frías de toda la casa. Para colmo de males, la habitación de Owen, la más pequeña de toda la casa, no contaba con calefacción, y se veía obligado a dormir con la estufa eléctrica. Con el frío que hacía allí arriba, cómo le digo yo a Owen que tiene que dormir sin calefacción?... Simplemente, yo no podía pedirle eso.
Le dije que lo mejor sería hablar con el casero y que invirtiera dinero en aislar la casa de mejor manera: ventanas dobles, puertas que cerraran mejor… pero conociendo a mi casero, era más probable que ganase la lotería sin jugarla…

A Peter lo vi molesto por la factura, pero como vio que no había negociación posible con este tema, pasados unos días se le ocurrió una idea muy ingeniosa para ahorrar…

Puesto de flores en Grafton St. Dublin.

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