sábado, 30 de marzo de 2013

Dublin y el amor

Dublin y el amor, o el ligue, o la relación furtiva de una noche, o el rollito de primavera... o como queráis llamarlo...
En definitiva, encontrar una relación es mucho más fácil en Irlanda que en España, o por lo menos esa fue mi visión, o mi experiencia...

Desconozco cómo será en el caso de los chicos, pero para las chicas es más sencillo. O a mí me lo pareció...
En alguna ocasión, visitando la iglesia de St Ann's Church en Dawson St., yo me encontraba observando los detalles del interior. De fondo, escucho alguien tocando un piano. Me acerco lentamente, y veo que un señor de unos cuarenta años aproximadamente lo está arreglando. Estábamos los dos solos.
Me mira, yo lo miro sin demasiado interés. Vuelve a sus quehaceres. Me mira nuevamente y me pregunta algo. Como era habitual en mí, no le entiendo. Le pido que me repita.
Me pregunta si creo que el piano suena bien. Le respondo que si.
A partir de ahí una conversación que no duró más de diez minutos. Me contó que era músico, que estaba afinando el piano y que había viajado por el mundo: había estado en Japón, Australia...
Me explica un poco cómo funciona el piano.

Yo no estaba buscando nada, asique le dije que tenía que marcharme. Él dijo que solía venir algunos días a la semana, que me pasara por allí para tomar un café. Yo asentí con la cabeza, con la seguridad de quien sabe que en realidad no va a volver...

En otra ocasión, me pararon en un pub, en una cafetería, en la biblioteca... En Dublin parece que los chicos son más abiertos o seguros a hablar con una chica para invitarla a tomar un café. Lo que debería ser lo más normal, pero yo, en mi país no lo encontraba...
Lo mucho que yo extrañaba en España lo tenía en Irlanda. Desgraciadamente, además de que se presenten las oportunidades, una tiene que estar abierta a conocer a otras personas, es decir, querer y poder. Y por desgracia, ese no era mi momento personal...


Centro comercial en Dublin, Irlanda.

martes, 26 de marzo de 2013

Dublin y la cocinera

Una noche, mientras estoy preparando la cena, Peter y Juyeon se me acercan. Observando sus caras pronto me doy cuenta que quieren algo de mí.
Me hacen la siguiente proposición: les gusta lo que cocino. Y se les había ocurrido que para ahorrar gastos, hiciéramos la compra, la dividiésemos entre 4 y yo cocinaba para todos.
A simple vista, la idea era buena. Es decir, se cocinaba sólo una vez, con el consiguiente ahorro de electricidad, se ahorraba en la compra porque únicamente se compraba para todos lo mismo y mis compañeros se libraban de cocinar, cosa que no se les daba nada bien.
Pero esta maravillosa idea tenía una pega, una pega importante para mí: me ataba a la cocina de lunes a domingo, una comida al mediodía y otra a la noche. Todos se beneficiaban del plan, menos yo, que me tocaba pringar en la cocina todos los días!.
Lo pensé durante 5 segundos y mi respuesta no dejó lugar a dudas: “NO”. Mi principal gasto no era la comida, yo me administraba bien, mi principal gasto era la luz y el alquiler. Pero no había solución posible para ellas. El alquiler había que pagarlo, y ese era su precio, y la luz, bueno, había que hacer un esfuerzo para cuidarla, pero como he comentado en otro post, la casa era tan sumamente fría que era imposible no vivir con calefacción, aunque solo fueran un par de horas al día.
Peter intentó negociar conmigo, pero nuevamente me negué. Le dije que ese plan no era justo para mí. Él intentó convencerme diciéndome que la única persona que sabía cocinar en la casa era yo. Si cocinaba él comeríamos todos los días lo mismo.
Nuevamente volví a negarme. Le dije que yo estudiaba y trabajaba, que la mayor parte de la semana estaba fuera de casa, y que generalmente llegaba a las 8 de la tarde. En Irlanda se cena a eso de las 6… Sin duda alguna, no llegaba a preparar todo. Y por supuesto, mi bolsillo seguía sin ver el ahorro.
Peter intentó seguir negociando conmigo un par de días más. Pero no lo consiguió.
Llegado este punto, me di cuenta que yo tenía mucho peso en la casa. Quien realmente cortaba el bacalao era yo. Nunca se tomaba ninguna decisión sin antes consultarme, lo que me dio la sensación de ser la persona que llevaba la batuta dentro de la casa.
A los demás si, se les consultaba, pero pronto me di cuenta que el peso de las opiniones no contaba por igual. La mía pesaba más, bastante más...

jueves, 21 de marzo de 2013

Dublin y la lista de la compra

Cada mañana, Peter va a hacer la compra a Superquinn, un supermercado bastante grande que hay cerca de casa.
Se monta en su bicicleta, se lleva su mochila, y a hacer su compra!.

Un sábado, mientras me estoy preparando el desayuno, él acababa de regresar de sus recados. Nos ponemos a hablar y me pregunta qué cuánto gasto en la compra. Le digo que nunca he gastado más de 30 euros a la semana.
Se queda sorprendido.

Nosotros cuatro, habíamos dividido la nevera en 4 partes, cada uno tenía su estantería. La mía era siempre la más llena, nunca tenía espacio, y muchas ocasiones tuve que pedirle espacio a mis compañeros en su estantería porque no me cabían las cosas.
Por otro lado, cada uno tenía su armario en la cocina, y la mía siempre estaba a rebosar… Nunca faltaba nada: pan, galletas, arroz, pasta, verduras, frutas, leche, huevos, queso… Nunca, nunca, nunca, me faltó algo…

Peter no se lo puede creer. Él gastaba a la semana 70 euros. Y era para él solo. Le dije que se administraba mal, muy mal. Y le expliqué mi método.
Yo hacía una lista a la semana, normalmente yo compraba los jueves. En esa lista, yo ponía todo lo que iba a necesitar esa semana para comer, para aseo… y por supuesto, en inglés!. Ahí va un ejemplo: milk, avocado, tomatoes, cheese, potatoes… Evidentemente, esto me obligaba saber la comida que iba a preparar esa semana…
La fruta y la verdura, la compraba en el mercado de la verdura en Moore St.  la calidad era mucho mejor que la del supermercado. El resto lo compraba en Dunnes Stores, muy cerca de Moore St. Lo peor era venir cargada desde el centro de la ciudad en autobús hasta mi casa, pero no había otra solución… Lo único que no compraba en el centro era la leche. Yo consumo mucha leche, alrededor de unos 7 litros a la semana, y venir cargada desde allí con tanto peso no era buena idea. Por suerte, abrieron un pequeño comercio en la esquina de mi casa, y allí vendían leche. He de decir, que allí no se venden tetra bricks de 1 litro como en España, sino que se venden bidones de 3 litros…

Por otro lado, le dije que Superquinn era un supermercado muy caro. Para que os hagáis una idea, equivaldría a El Corte de España.
Peter observaba mi organización. Tomó nota, y al día siguiente lo vi con su lista, y se marchó a comprar a Tesco. Vino cargadísimo. Y no volvió a comprar hasta la semana siguiente…

Músicos en Dublin.

 

miércoles, 13 de marzo de 2013

Dublin y la tortilla de patatas

Cuando me fui a vivir a Dublin, mi experiencia culinaria se reducía a: huevos fritos, arroz con huevo, tallarines con mantequilla y ensaladas… Como bien se puede apreciar, un ser humano no puedo vivir únicamente de esto.
Asique, cuando estaba en España, me compré una libro de recetas fáciles, o lo que es lo mismo: para torpes en la cocina… Y me sirvió!. El único problema era que, pasado un tiempo, siempre terminaba repitiendo las mismas recetas…

Asique un día, cansada de comer las 10 recetas que me había aprendido, decidí innovar… y pensé que era una buena idea debutar con una tortilla de patatas!.
Todo fue perfecto!, hasta que me tocó dar vuelta a la tortilla en la sartén… antes de eso, me aseguré de hacerlo en la pila… no vaya a ser… Cuando coloco el plato debajo y voy a darle la vuelta: “Oh horror!, la tortilla se había quedado totalmente pegada en la sartén!. Parecía que tenía un imán!.
Intenté por muchos medios despegarla, pero mi notable inutilidad culinaria terminó por desmembrar a la pobre en varios trozos… vamos, que parecía un vómito…

Procuré juntar los pedazos en el plato, unirlos como un rompecabezas para que no se notara el estropicio… Y fue ahí cuando descubrí, que tanto la patata como el huevo se llevan a las mil maravillas!. Como encajaban las piezas!!!, pero si había que mirarla muy de cerca para saber que estaba totalmente destrozada!.

Cuando Peter y Juyeon entraron a la cocina, olisquearon el aire y ambos dijeron lo mismo: “pero qué bien huele!!”. Les hice probar mi primera tortilla de patatas y les encantó!! (se nota que no eran españoles, porque se la comieron aunque fuera huevos con piedras…).
Peter no dejó de ir robando cachitos de la tortilla.

Yo cené mi parte, y les dije que cogieran un poco si querían. Total, había hecho una tortilla enorme, y quería que sobrara para el día siguiente para cuando yo regresase de trabajar.

Cuál fue mi sorpresa al día siguiente, después de llegar del trabajo, cuando descubro que no sólo se habían comido TODA la tortilla,  (no me dejaron ni tan siquiera una triste migaja) sino que además me dejaron el plato sucio en la pila para que yo lo fregara... :(

Mi cocina de Dublin.

domingo, 10 de marzo de 2013

Dublin y la dolorosa...

Una noche, cuando llego de trabajar, me dice Juyeon que el casero ha estado allí esta tarde. Trajo las facturas de la luz, de la basura e Internet.
Según parece, Peter se enfadó muchísimo cuando vio la factura de electricidad.
Nosotros teníamos una tarifa plana de Internet, eran unos 20 MG., que si bien ahora no es una potencia impresionante (hay empresas que ofrecen mucho más), en aquel momento era una auténtica pasada!. En España en 2009, no había casi ninguna compañía que ofreciera esa velocidad. Peter necesitaba una buena conexión, él era diseñador gráfico freelance.

En cuanto al impuesto de la basura, se pagaba por la recogida semanal. Había un calendario que se repartía por los barrios, en los que se indicaban los días de la semana en los que el camión de la basura pasaba por allí. Era obligación de los propietarios de las viviendas el sacar los cubos a la calle, porque ellos no entraban a los jardines a recogerlos. Si no había cubos en la acera, no había recogida!, así de simple…
Estaban los días de recogida de basura orgánica, que era normalmente unas 3 veces por semana (en mi zona eran los lunes, miércoles y viernes), y la basura para reciclar (cartón, cristal…) que era una vez a la semana, en mi zona tocaba los jueves.

Como ya indiqué en un post anterior, yo me imaginaba que la factura de la luz iba a ser un disparate. Teníamos calefacción eléctrica, y el agua de la ducha funcionaba con un aparato eléctrico también, al igual que el agua del grifo de la cocina y el cuarto de baño. Con los problemas de frío que teníamos en la casa, era evidente que la factura iba a ser elevada, pero nunca imaginé que vendrían 300 euros…

Según Juyeon, Peter se molestó cuando vio la factura, y efectivamente ella no me estaba mintiendo, porque cuando Peter bajó de la habitación un poco más tarde, me comentó el problema de la factura. Nos tocaba pagar a cada uno, entre todas las facturas, unos 100 euros por cabeza. La solución, según él, pasaba por cuidar el tiempo en la ducha y no encender la calefacción. A lo primero le di la razón, en lo segundo no negocié.
Le dije que la casa era sumamente fría y no se aguantaba!. Mi habitación era una nevera, pero la de Juyeon directamente no se podía estar… Las habitaciones de mis compañeros estaban en la última planta, y eran las más frías de toda la casa. Para colmo de males, la habitación de Owen, la más pequeña de toda la casa, no contaba con calefacción, y se veía obligado a dormir con la estufa eléctrica. Con el frío que hacía allí arriba, cómo le digo yo a Owen que tiene que dormir sin calefacción?... Simplemente, yo no podía pedirle eso.
Le dije que lo mejor sería hablar con el casero y que invirtiera dinero en aislar la casa de mejor manera: ventanas dobles, puertas que cerraran mejor… pero conociendo a mi casero, era más probable que ganase la lotería sin jugarla…

A Peter lo vi molesto por la factura, pero como vio que no había negociación posible con este tema, pasados unos días se le ocurrió una idea muy ingeniosa para ahorrar…

Puesto de flores en Grafton St. Dublin.

jueves, 7 de marzo de 2013

Vivir en solitario: Dublin (XLIV)

Un viernes por la tarde llego de trabajar. Mientras estoy preparándome para darme una ducha, Peter me golpea la puerta de mi habitación y me dice que quiere hablar conmigo.
Entre sonrisas, me comenta que Guillaume, el chico francés que vivía en Dublín lo había llamado por teléfono a él. Le pidió que hablase conmigo para tener una cita. Evidentemente, llama a Peter y no a mí, porque no tenía mi número de teléfono.
En un principio, no le entiendo. No comprendo porqué Guillaume quería verme… como bien se puede apreciar, mi nivel de inglés hablado era un desastre…
Peter se va de mi habitación, y me quedo con la duda de porqué Guillaume quiere verme… no entendía nada!. Después de unos pocos minutos de soledad en mi habitación, en el que medito tranquilamente sobre las intenciones de Guillaume, caigo en la cuenta!: “Ah!, vale!, Guillaume quiere una cita conmigo… “ Pensé.
En seguida, me invadió una sensación de nerviosismo: yo había estado hablando con él días atrás de cosas sin importancia, sin ninguna otra intención que la de intercambiar puntos de vista. Y sin embargo, Guillaume había entendido algo muy diferente…
Subí las escaleras a la planta de arriba. Golpee la puerta de la habitación de Peter y cuando me abre la puerta le pregunté: “Guillaume quiere tener una cita conmigo, verdad?”, a lo que Peter respondió afirmativamente, y añadió que, quizás, podría surgir un poco de sexo… (él siempre con lo mismo…).
Creo que no tardé ni 1 segundo en responderle: “Dile de mi parte que no, que no me interesa”. Peter intentó convencerme, me decía una y otra vez que no fuera así!. Que me estaba perdiendo la oportunidad de tener sexo sin compromiso!. Honestamente, él no entendía mi actitud…
Mi estancia en Dublín tenía fecha de caducidad y me negaba a entablar relaciones amorosas en las que ambas partes podían salir dañadas… Por otro lado, yo estaba viviendo una etapa personal en la que no necesitaba a ningún hombre a mi lado, y mi único objetivo, en ese momento, era disfrutar de una experiencia personal en tierras irlandesas!.

domingo, 3 de marzo de 2013

Vivir en solitario: Dublin (XLVIII)

La mujer para la que trabajo no quiere que vaya solo una vez a la semana. Después de un mes de estar trabajando para ella, quiere que vaya 2 ó 3 veces. Mejor!.
No es un trabajo especialmente duro, solo tengo que hablar con Thomas: leerle cuentos, enseñarle fotografías… y todo lo que mantenga su mente activa, dado que su minusvalía le impide hacer otro tipo de actividades.
A la hija la mayor, le enseño español. Está estudiando nuestro idioma en el colegio, y la verdad es que no se le da nada mal!. Le enseño la pronunciación y un poco de vocabulario. Tiene un nivel básico. Aunque enseguida detecto que es muy tímida y le da vergüenza que le enseñe y escucharse hablar en otro idioma que no controla.
La otra hija, directamente me ignora…

La madre y el padre son muy cordiales conmigo. Sobre todo la madre, a quien creo le he despertado el instinto maternal. Sabe que estoy sola en Irlanda, y además tengo las típicas dificultades para comunicarme de una persona que no controla un idioma.

Pese a la minusvalía de Thomas, la cual le obliga a estar en cama las 24 horas del día, no puede hablar, únicamente emite sonidos, y apenas puede moverse, la familia ha aprendido a convivir con ello. Y si ellos lo hacen, yo también… Ver a Thomas en su cama todos los días, un chico de 15 años con la misma actividad, mentalidad y desarrollo de un bebé hace daño y que jamás saldrá de esa situación, duele, y mucho… Pero me reconfortaba pensar que contaba con el apoyo de su familia, él no estaba solo, y además, y quizás lo más importante, él no era consciente de su minusvalía.

Cuando se trabaja en una casa, aprendes a observar los comportamientos de los diferentes miembros de la familia. Lo que más me gustaba de esa casa, era que lo primero era la familia. Daba igual que la casa estuviera hecha un desastre, sucia o desordenada. Allí había mucho cariño, mucho afecto… y eso era lo que importaba.
A los padres siempre los vi muy afectuosos con sus hijos, todos se dedicaban un tiempo entre ellos. Y a mí, aunque solo sea de observadora, me daba mucha envidia sana, pero sobre todo, me sentía a gusto de trabajar allí…

Pub en Dublin.

viernes, 1 de marzo de 2013

Vivir en solitario: Dublin (XLVII)

Muchas tardes, al salir de clase de inglés, y siempre cuando no tuviese que trabajar, me iba a la biblioteca a estudiar francés. Aunque yo había pasado mi examen, no quería perder mi nivel.
En la biblioteca municipal detrás de O’Connell St. había una sección muy interesante de estudio de idiomas. Además de libros, y audio CD’s, se podía hacer intercambio de idiomas con nativos determinados días a la semana. Se podía estudiar de todo, desde inglés, pasando por español, francés, italiano, alemán, chino, japonés, portugués… También había una sección de ordenador donde poder utilizar los Tell me More o Talk to Me. Yo solía usarlos muy a menudo!. De ese modo podía practicar mi francés!.

Una tarde, después de haber estudiado, me encuentro de sorpresa con Guillaume, el chico francés que vivía en Irlanda y con el cual habíamos salido una noche a la discoteca de “Bottom Factory”. Era traductor y estaba buscando información en la biblioteca. Me quedé charlando con él un buen rato en francés mientras esperábamos el autobús. A media conversación, me doy cuenta que mi mente empieza a quedarse en blanco. No soy capaz de seguir la conversación. No puedo hablar, ni en francés ni en inglés. No comprendo una sola palabra de lo que me cuenta, y me limito a asentar con la cabeza todo lo que me dice. Estaba deseando que llegase el autobús.
También me doy cuenta que no soy capaz de entender ni una sola palabra en inglés. Ni una!.

Cuando llega el autobús me despido de Guillaume y me marcho a casa. Si bien muchas veces me descubría a mí misma pensando en inglés sin darme cuenta, ahora era incapaz de poder hacerlo… no sabía lo que me estaba pasando!. Nunca había tenido la mente en blanco de esa manera!.
Cuando llegué a casa, me encontré con mi compañero de piso Peter. Él comenzó a  hablarme en inglés y tuve exactamente el mismo problema que con Guillaume, no podía comprenderle nada… le pedí amablemente a Peter que tuviésemos la conversación mañana, que me dolía mucho la cabeza…

Al día siguiente me levanté por la mañana y otra vez me encontraba pensando en inglés, comprendiendo (poco) y hablando… Qué pasó entonces el día anterior?. Fácil. Yo había estado todo el día estudiando inglés, por la tarde me pongo a estudiar francés, y teniendo en cuenta que ninguno de los 2 idiomas es mi idioma nativo, mi mente se bloqueó. Literalmente se quedó en blanco.
Años atrás, cuando yo estaba en la universidad, me sucedió algo similar en un examen. En mitad del examen me quedé en blanco y no pude seguir escribiendo. La primera vez que me pasaba. El stress, los nervios del examen y el cansancio hicieron el resto…

Comprendí, que no podía estudiar los 2 idiomas a la vez. Asique decidí estudiar un día uno y otro día otro… método que me funcionó y que en la actualidad sigo utilizando!.





Pub en Grafton St. Dublin