jueves, 21 de febrero de 2013

Vivir solo: Dublin (XLVI)

Cuando uno está aprendiendo un idioma, se ve expuesto en muchas ocasiones a situaciones ridículas.
Un fin de semana se presenta en casa un amigo de Peter, un polaco que había vivido con anterioridad allí. Venía de visita un par de días.
Un sábado por la noche nos sentamos Juyeon, Peter, su amigo y yo en el sofá del salón. Charlamos animadamente sobre cosas cotidianas y sin importancia.
Hablamos de viajes y experiencias. Y yo conté, que había viajado sola, y que por ejemplo había alquilado un coche para recorrer Italia, de norte a sur. El amigo de Peter me hace una pregunta, y yo entiendo otra cosa, no recuerdo ahora mismo el qué, y respondo que no lo sabía.
Peter comienza a reír sin parar. Me dice que soy increíble!, que no entiendo nada de inglés cuando me preguntan!. Ya está!. Lo que necesitaba yo para terminar de desanimarme con mi aprendizaje…
Ante mi sorpresa, le digo a Peter que creo que no he entendido la pregunta… que me la repita.
Lo que su amigo quería saber era si había recorrido toda Italia sola. Le respondí que si. Pero yo ya no tenía ganas de estar allí. Se habían reído de mí, no conmigo, y me sentí bastante mal…

Desde entonces, tomé una táctica cuando alguien me hablaba: siempre preguntarles si me habían dicho esto o lo otro. De ese modo, me aseguraba que les había entendido…
Por suerte, cuando tengo que hablar en público en inglés, no me avergüenzo, y aunque la situación de aquella noche me dolió, no me desanimó a seguir esforzándome en mis estudios!.


2 comentarios:

  1. Ufff, qué mal. A mí me pasa eso y también me pondría triste. Y por supuesto para mí esa persona no existiría más.
    Un beso!

    ResponderEliminar