jueves, 15 de noviembre de 2012

Vivir en solitario: Dublin (XXXV)

Mi compañero Peter solía traer gente a casa. Se encerraba con ellos en su habitación o en el salón a charlar. Generalmente eran polacos como él, que vivían en Irlanda. Juyeon, en alguna ocasión también llevó amigas suyas a nuestra casa, todas de Corea. Se encerraban en su habitación a charlar y a reir. Yo podía escucharlas desde mi cuarto, aunque evidentemente no entendía nada de lo que estaban hablando…
Un día, Peter decidió hacer una barbacoa en el jardín con sus amigos. Nosotras también estábamos invitadas. Preparamos una buena comida, aunque Juyeon y yo nos hicimos la nuestra propia. Éramos unas 10 personas más o menos. Había una pareja, irlandesa creo recordar, que se llevó a su hija. Casi más y nos quedamos sin casa… La niña, que tendría unos 3 años, era muy inquieta. No paraba. Si te descuidabas un solo segundo ya la había liado… Se subía a la silla para llegar hasta la encimera de la cocina, quería coger los platos, vasos, cubiertos y la comida que había encima. La pasividad de los padres era realmente sorprendente. En alguna ocasión, tuve que sacarle de sus manos un cuchillo. Habría los cajones y las puertas de los muebles de la cocina para curiosear, y allí nosotros teníamos guardados productos de limpieza como lejía y el jabón de la ropa. Demasiado tóxico.
En otra ocasión, se puso a jugar con la tele. No sé cómo lo hizo, pero la empujó y ésta cayó al suelo haciendo un enorme estruendo. La tele cayó de una altura de un metro aproximadamente, y como teníamos parquet, se quedó un agujero en la madera… A la niña no le pasó nada, y la tele siguió funcionando milagrosamente. Pero entre Peter, Juyeon y yo, acordamos mantener el secreto del agujero en el suelo, porque si el casero lo veía podíamos tener un problema…

Comimos, y se nos hizo de noche en el jardín, charlando tranquilamente. Por desgracia, yo no pude hablar con todos ellos, debido a mi triste nivel de inglés. Me hubiera encantado el poder comunicarme mejor. Juyeon, sin embargo, no tuvo ningún problema. Su inglés era más fluido que el mío.
Fue una noche agradable, que por desgracia, no se volvió a repetir…

 Jardín trasero de mi casa de Dublin.

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