martes, 4 de febrero de 2014

Dublin y yo soy gillipollas (Parte IV)...

El día que pasamos en la fábrica de cerveza Guinness no pudo ir peor.
Mi amigo pasaba literalmente de mí, se dedicaba a hablar con sus amigos. De vez en cuando se acordaba que yo andaba por allí y me hacía algun comentario...

Recorrimos toda la fábrica, y yo me dediqué a sacarles fotos a ellos tres, como si fuera una turista... Cuando llegamos a la cervecería de la planta de arriba, nos ofrecieron de regalo una buena pinta. Ellos no dejaban de sacarse fotos, de reir y pasárselo bien,  mientras yo sentía que mi amigo me dejaba a un segundo plano.

Como no habíamos comido nada, yo bebí un poco de cerveza y ésta me sentó mal. Todo empezó a darme vueltas y yo me sentía un poco mareada y con un poco de dolor de cabeza.
Asique me siento a los pies de la barra, en el suelo, intentando reponerme.

He de decir que mi amigo no me preguntó ni tan siquiera cómo me encontraba, ni siquiera se acercó para ver cómo estaba, se limitó a seguir sacando fotos por la ventana y seguir charlando con sus amigos. Y eso si que me sentó mal. Si hubiera sido al revés, y yo le hubiera visto mal, yo me hubiera preocupado por él...

Cuando salimos de la fábrica, dirección al centro, parece que el frío que hace en la calle me espabila un poco y parece que me encuentro mejor.

Nos fuimos a cenar al centro. Durante la cena me toca en frente de mi amigo, y consigo charlar un poco con él. La cena fue animada y no lo pasé mal.
Los amigos de mi amigo me contaron cosas de sus vidas, parece que no todo era de color de rosa como me habían vendido en un principio...

A mí ellos me cayeron mejor que mi amigo, que no se comportó nada bien conmigo.
Pese a ello, el fin de semana acababa de empezar, y este "amigo" me tenía deparada alguna que otra sorpresita guardada aún...

No hay comentarios:

Publicar un comentario