jueves, 24 de mayo de 2012

Vivir en solitario: Dublin (XXIII)

Y llegó la mala noticia: desde España me confirmaban que había suspendido mi exámen de francés... Por suerte no las 4 partes de las que constaba la totalidad del examen, pero si dos de ellas.
De alguna manera eso trastocaba mis planes. Por aquel entonces, yo estaba cursando tercer curso en la escuela oficial de idiomas. Segundo lo había hecho 4 veces, si, has leído bien, 4 veces... es que le había tomado cariño a aquel curso... y no quería verme en la misma situación con tercero.

Tenía que presentarme en septiembre para recuperar el "écoute" y la comprensión lectora. Lo que me obligaba a un viaje relámpago a España, con el que no había contado en un principio, para poder presentarme al examen, pero además, me obligaba a estudiar francés en Irlanda... una auténtica locura!. Pero tenía que hacerlo!. Solo llevaba 2 semanas en Irlanda...

Para no mezclar los 2 idiomas, me levantaba temprano por la mañana, en torno a las 8:30 hs. de la mañana para estudiar francés, y después me iba a la escuela a estudiar inglés.

Justo en la calle del mercado de la fruta y la verdura, había un centro comercial, dentro de él había una biblioteca enorme, subiendo unas escaleras, en la que podías estudiar otros idiomas. Tenían una sala exclusiva con ordenadores, y podías reservalos durante una hora para utilizarlos con CDs de idiomas al estilo "Talk to me" o similares. Además, determinados días a la semana habilitaban una sala para intercambios de idiomas con otras personas... Fue un gran descubrimiento para mí!. Además de poder estudiar podría practicar francés en vivo y en directo!. Y de paso, también el inglés!.

Solo hay que darse de alta en la zona de información. Jamás olvidaré aquel día en el que pedí mi carnet de la biblioteca. El hombre de la recepción me pregunta mi nombre y mi apellido. Me pregunta la nacionalidad, y le digo que soy italiana, me pregunta dónde he nacido, le digo que en Argentina. En ese momento ya me miró extrañado. Me pregunta dónde vivo, le indico que mi residencia habitual está en España, pero que temporalmente estoy residiendo en Dublin. En ese momento esbozó una sonrisa de sorpresa.
Por último, me señala que mi apellido parece vasco, a lo que le contesto: "no señor, mi apellido es austríaco...". Directamente largó una carcajada y me preguntó si le estaba tomando el pelo, a lo que amablemente le respondí que no, que todo lo que le había contado era cierto. Es que soy una persona de mundo...


Puesto de flores en Grafton St. Dublin, Irlanda.

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