sábado, 6 de junio de 2015

Dublin y las tareas domésticas...

Siempre que se comparte piso hay que hablar del tema de la limpieza de las zonas comunes.

Nosotros éramos 4 personas: 2 chicos y 2 chicas, y vivíamos en una casa de dos plantas, que contaba con una cocina, un cuarto de baño, un salón y pasillos que comunicaban las diferentes estancias.

Estaba claro que cada uno era responsable de su habitación, pero las zonas comunes había que repartirlas. Cuando ya estábamos los 4 viviendo en la casa se habló de este tema. El reparto se hizo de la siguiente manera: Peter se hacía responsable del salón, Juyeon de la cocina, Owen de los pasillos y yo del baño.

También se acordó un fondo para poder hacer frente a los gastos comunes: papel higiénico, productos de limpieza...

Bueno, como era de esperar, el plan funcionó, si, pero sólo durante los primeros 2 meses como mucho... Owen jamás limpió las escaleras, ni el pasillo que comunicaba las habitaciones ni el recibidor. Jamás!.

Peter limpiaba el salón cuando se acordaba, o lo que es lo mismo, una vez al mes como mucho. Lo que ocasionaba que la mesilla de centro siempre estuviera sucia, la parte de debajo del sofá lleno de polvo y suciedad, el televisor contaba con una capa de polvo espectacular...

Juyeon limpiaba la cocina más a menudo que mis compañeros, aunque era habitual encontrársela hecha unos zorros... Muchas veces habnía más ollas, platos, cubiertos... en la pila que guardados en el armario...

Por mi parte, yo limpiaba el baño 1 ó 2 veces a la semana, siempre dependiendo de cómo estaba. La verdad es que me alegré de que me tocase el cuarto de baño, porque para mí es la parte más sensible de la casa...

Sin embargo, a medida que pasaba el tiempo, la casa se iba deteriorando... o a quien le tocaba no limpiaba o lo hacía poco. El fondo de dinero para poder comprar cosas comunes dejó de hacerse, por lo que el papel higiénico empezó a escasear.
Asique eso provocó que pasasen cosas un poco surrealistas, como que cada uno se compraba su paquete de papel que se guardaba celosamente en su armario, y que únicamente lo sacaba para su uso personal, para guardarlo posteriormente como un tesoro...

En mi próximo blog hablaré con más detalle de estos temas, de las tensiones que se producen, y cómo se resuelven.

sábado, 23 de mayo de 2015

Dublin y los intercambios de idiomas...

Por aquel entonces, la biblioteca situada dentro del centro comercial de la calle Moore St. ofrecía un servicio gratuito de intercambio de idiomas.
Disponía de una sala insonorizada donde la gente se podía reunir para hablar.

En la puerta había un cartel con los días de la semana en que se impartía cada intercambio:
Lunes: Inglés - francés 17:00 hs. - 18:00 hs.
Martes: Inglés - alemán... 17:00 hs. - 18.00 hs.

Era un idea muy buena para poder mejorar cualquier idioma a nivel hablado. No había ningún moderador, lo único que hacía la gente era coger una silla, sentarse y buscar a una persona con la que poder hablar.

El tiempo en que se hablaba en cada idioma se pactaba previamente: media hora tú y media hora yo, por ejemplo.

Te podías encontrar gente de todos los niveles y edades, y eso era lo que lo hacía interesante, porque lo realmente importante era querer aprender un idioma.

Yo asistí al de español - inglés y al de inglés - francés. Y me lo pasé muy bien. No sólo te da la oportunidad de mejorar una lengua, sino que puedes hablar con otras personas que están viviendo la misma experiencia que tú y conocer nueva gente!.

La única desventaja que yo le veía era la posibilidad de poder encontrar gente nativa de inglés. En realidad poca gente de habla inglesa estaba interesada en aprender otro idioma diferente al suyo, no digo que no hubiera, sino que era difícil encontrar una cantidad suficiente de ellos.
Lo cierto es que nos rifábamos a los nativos ingleses para poder practicar...

Pero la experiencia para mí fue muy positiva y os animo a que si estáis por Dublin os deis una vuelta por allí, de verdad que merecerá la pena.

domingo, 26 de abril de 2015

Dublin y tengo una cita?...

Un día estoy hablando por Skype con mi madre y el móvil de Irlanda empieza a sonar. Era muy extraño porque normalmente nadie me llamaba, sólo recibía mensajes de texto.

No identifico el número y pienso que es alguien que se ha equivocado. Le digo a mi madre que espere un momento y atiendo el telefono.

Enseguida me doy cuenta que la persona al otro lado si me conoce: me llamaba por mi nombre. Empieza a hablar en inglés muy deprisa y yo no entiendo nada.
Si entender inglés cara a cara es muchas veces difícil, por teléfono es directamente imposible!. Cuando hablas con una persona cara a cara le ves los gestos y eso ayuda a la comprensión, pero por teléfono o radio la cosa se vuelve muy complicada...

Primero le digo a la persona que se identifique. Entiendo que es John, un hombre del grupo de irlandeses con los que yo solía quedar los sábados por la noche cerca de  mi casa.

Me dice que viendo que no le entiendo, me enviará un mensaje de texto para mejorar la comunicación.
Al poco de colgar, me suena el móvil con un mensaje. Al leerlo descubro que John, un hombre de unos 40 años más o menos, amable, educado y los dientes llenos de sarro, quería una cita conmigo esa misma tarde.

Su intención era dar un paseo por un parque cercano, rodeado de flores, árboles... y luego podíamos tomar un café. La verdad es que la manera de decirlo y de proponerme la cita era poco usual para mí.
Ya comenté en un post anterior que los irlandeses tienen una manera de ligar bastante educada, cordial... como los hombres de antaño.

A mí sinceramente este hombre no me interesaba, asique le contesté diciéndole que esa tarde tenía que estudiar. Una excusa, claramente.
Lo entendió. Si embargo, a los pocos días, volvió a insistir para quedar. Y nuevamente le respondí con otra excusa. Y esa fue la definitiva. Nunca más volvió a escribirme. Por suerte...





St Stephen Green, en Dublin, Irlanda.

sábado, 18 de abril de 2015

Dublin y mi vida de estudiante...

Al llegar a Dublin todo era novedad: la ciudad, vivir en un piso compartido, el haberme independizado de mis padres, el organizar una casa, cocinar, volver a la vida de estudiante...

Todo lo encajé muy bien al principio, excepto esto último: volver a la vida de estudiante.
Cuando me marché a Irlanda tenía 29 años, había terminado mi carrera en España y ya había trabajado en varias empresas, lo que me daba independencia económica.

Pero en Irlanda las cosas cambiaron. Si, trabajaba y estudiaba, pero mi trabajo era un empleo no cualificado, con pocas horas a la semana para poder pagarme mis estudios de inglés, o lo que es mismo: estaba haciendo la vida de una chica de 20 años con 29... Parece absurdo, pero no lo es...

Los chicos de 20 años que llegan a otro país a estudiar o simplemente a vivir una experiencia, hacen precisamente eso: trabajar en un empleo no cualificado porque no tienen experiencia o la formación necesaria para desarrollar otra cosa. Un pequeño trabajo para poder pagarse sus gastos. Es lo que hace todo el mundo y es normal.

 Y ese era mi caso. Yo venía de España, de trabajar en grandes empresas, alguna multinacional a gran escala, haciendo la vida de una persona de 30 años, o más bien, la vida que hace casi todo el mundo cuando tiene 30 años, y sin embargo, en Irlanda, hacía la vida de un estudiante...No solo porque tenía un trabajo no cualificado, sino porque trabajaba para pagarme mis estudios. Parece una tontería, pero no lo es.

Al tiempo empecé a sentirme extraña, como en un zapato que no era el mío. Tenía la sensación que había dado un paso atrás: había vuelto a los 20... pero habiendo vivido antes la vida de los 30...
Esto genera el sentimiento de haber retrocedido en la vida.

He vuelto atrás realmente?... pensé mucho sobre ello. La verdad es que incomoda la situación. Me preguntaba muchas veces "qué estaba haciendo en Irlanda?", "por qué no había hecho esto con 20 años y no con 30 como todo el mundo?", "por qué tanto retraso?"...

Lo cierto es que uno hace en la vida lo que puede, cuando puede y como puede... así de sencillo. Si yo no lo había hecho antes era porque no había podido o simplemente porque no estaba preparada para hacerlo.
Nunca es tarde si uno hace lo que quiere y como quiere en el momento que desea.

Yo estaba haciendo la vida de una persona de 20 años, eso era verdad, pero se me presentó la ocasión con 30 y lo importante fue que no dejé escapar la oportunidad.
Yo estaba viviendo una experencia personal única, y en realidad no había dado un paso atrás volviendo a mi vida de estudiante, sino que estaba haciendo algo que estaba enriqueciendo mi mochila personal. En realidad, estaba creciendo.

En lugar de sentirme culpable por no haberlo hecho antes o sentirme extraña en un zapato que no era el mío, empecé a sentirme orgullosa de haber venido a Irlanda y de estar experimentado esta nueva vida, que me estaba enriqueciendo tanto...

Eso era lo importante!.