viernes, 21 de febrero de 2014

Dublin y yo soy gilipollas (Parte VI)...

Si las cosas podían ir a peor así fueron...

"Mi amigo" sigue en sus trece de querer pasar de mí, pero no solo eso, sino que además ahora también son sus amigos.
Lo que me hace pensar que esta persona ha hablado con ellos y les contó la conversación que habíamos tenido esa misma mañana.

Es evidentemente que mi amigo se sintió tremendamente ofendido. Sin embargo, aun cuando ha pasado tiempo de esto no me desdigo en mis sensaciones: era más que obvio que mi amigo aprovechó que yo vivía en Irlanda para pasarse unas vacaciones a todo trapo.
Con total honestidad, él no le intesaba venir a verme.

Aquella tarde de domingo se notaba que la situación entre los 4 no iba bien, yo intenté mantener el tipo en todo momento les traté correctamente, pero se notaba que en ellos se había producido una ruptura.
Si antes todo fluia, ahora parecía que la cosa iba un poco más forzada: sus amigos me hablaban, si, pero yo percibía que había más distanciamiento.
Lógico por otro lado teniendo en cuenta que "mi amigo" habrá contado la parte de la historia que le habrá interesado.

Aquella noche cenamos en un restaurante frente al río Liffey, un buffet libre que estaba bastante bien.
Me despedí de la pareja en pleno O'Connell St. con una sensación de alivio muy grande: se terminaba mi trabajo de guía turística que ellos no dudaron en exprimir.
Admito que la culpa fue mía por haberlo permitido.

lunes, 17 de febrero de 2014

Dublin y yo soy gilipollas (Parte V)...

De vuelta a casa, mi amigo y yo cogemos un taxi para regresar. Los demás regresan al hotel.
Durante el trayecto no hablamos demasiado. El único comentario que me hizo fue que necesitaba ir al cuarto de baño con urgencia porque su vejiga estaba a punto de estallar...

Cuando llegamos a la puerta de mi casa, él se baja mientras yo pago el taxi.
Al salir, lo veo fumándose un porro en la puerta y con una clara evidencia de querer orinar en la puerta...  Le pido que por favor espere a que abra para que pueda entrar a la casa y subir al cuarto de baño.

A mí no me importa que una persona fume marihuana, pero en Irlanda son muy conservadores y las cosas son muy distintas. Además, que yo no vivía sola y podia tener problemas con mis compañeros de piso.

Mientras él está en el cuarto de baño, pienso que la situación está siendo tremendamente injusta: Mi amigo no se porta bien conmigo, casi no me hace caso, y yo tengo que hablar con los demás porque él pasa de mí.

Cuando regresa, le comento la situación. A él únicamente le quedaba un día, el domingo, antes de regresar a España.
Él me escucha, me pide disculpas y me dice que entiende perfectamente la situación. Admite que no se está portando bien, y que es lógico que me sienta una guía turística. Todo pareció arreglarse y aclararse.

Sin embargo, a la mañana siguiente, mientras desayunabamos y tras un comentario mío, él me asegura que no recuerda absolutamente nada de la charla de la noche anterior. Como si no la hubiéramos tenido!.

Ante mi sorpresa, él me aclara que anoche estaba demasiado borracho y que se acuerda del taxi, de las ganas de orinar en la puerta de mi casa... pero ni rastro de la conversación que tiene conmigo...

Yo, frustrada, vuelvo a decirle lo que le había dicho la noche antes. Sin embargo, su reacción fue bien distinta en esta ocasión: mostró incomodidad y no entendía porqué protestaba.
La situación se volvió tremendamente tensa, yo porque estaba furiosa por su actitud, y él porque se mostraba incómodo.

Aquella mañana, yo me aferré a la esperanza de que él recapacitara y cambiara su actitud hacia mí, una actitud distante, fría y pasota.
Contra todo pronóstico no fue así. Sus amigos lo llamaron por la mañana para quedar. Él se puso nervioso y empezó a meterme prisa para volver al centro de la ciudad cuanto antes.

Durante el trayecto en el autobus no me dirige la palabra y el aire se corta con un cuchillo. Asique mis esperanzas de que esta persona cambiara su actitud hacia mí se desvanecen...

Cuando quedamos con sus amigos, en el centro de Dublin, las cosas no son muy diferentes a como habían sido el día anterior.
Ya en este momento, me planteo seriamente en echarle de mi casa...

martes, 4 de febrero de 2014

Dublin y yo soy gillipollas (Parte IV)...

El día que pasamos en la fábrica de cerveza Guinness no pudo ir peor.
Mi amigo pasaba literalmente de mí, se dedicaba a hablar con sus amigos. De vez en cuando se acordaba que yo andaba por allí y me hacía algun comentario...

Recorrimos toda la fábrica, y yo me dediqué a sacarles fotos a ellos tres, como si fuera una turista... Cuando llegamos a la cervecería de la planta de arriba, nos ofrecieron de regalo una buena pinta. Ellos no dejaban de sacarse fotos, de reir y pasárselo bien,  mientras yo sentía que mi amigo me dejaba a un segundo plano.

Como no habíamos comido nada, yo bebí un poco de cerveza y ésta me sentó mal. Todo empezó a darme vueltas y yo me sentía un poco mareada y con un poco de dolor de cabeza.
Asique me siento a los pies de la barra, en el suelo, intentando reponerme.

He de decir que mi amigo no me preguntó ni tan siquiera cómo me encontraba, ni siquiera se acercó para ver cómo estaba, se limitó a seguir sacando fotos por la ventana y seguir charlando con sus amigos. Y eso si que me sentó mal. Si hubiera sido al revés, y yo le hubiera visto mal, yo me hubiera preocupado por él...

Cuando salimos de la fábrica, dirección al centro, parece que el frío que hace en la calle me espabila un poco y parece que me encuentro mejor.

Nos fuimos a cenar al centro. Durante la cena me toca en frente de mi amigo, y consigo charlar un poco con él. La cena fue animada y no lo pasé mal.
Los amigos de mi amigo me contaron cosas de sus vidas, parece que no todo era de color de rosa como me habían vendido en un principio...

A mí ellos me cayeron mejor que mi amigo, que no se comportó nada bien conmigo.
Pese a ello, el fin de semana acababa de empezar, y este "amigo" me tenía deparada alguna que otra sorpresita guardada aún...