Al día siguiente de haber regresado de los montes de Wicklow, me esperaba otra excursión a la que me había apuntado: Newgrange.
Aunque
me había levantado un poco cansada del día que había pasado en Wicklow,
si tenía muchas ganas de conocer este nuevo lugar.
Pero tuve mala
suerte: el autobús que le tocaba pasar para ir al centro de Dublin no
pasó a la hora indicada, por lo que tuve que esperar otros 20 minutos
más en la parada de autobuses con el consiguiente temor a perder el
autobús de la excursión.
Iba con el tiempo muy muy
justo, y yo estaba muy nerviosa porque aún me quedaba un trecho para
llegar y solo 5 minutos para que saliera el autobus de la excursión.
Acertadamente
decidí bajarme una parada antes e ir corriendo hasta la entrada de la
oficina de turismo de Dublin, de lo contrario no llegaría...
Corrí
todo lo que pude y cuando llegué a la oficina la gente estaba subiendo
para marcharse, yo recé porque el conductor tuviera piedad y dejara unos
minutos de margen para esperar a los rezagados como yo.
Y por suerte así lo hizo.
Al
contrario que el día anterior, el conductor no estaba solo, lo
acompañaba una chica que iba contando anécdotas e historias a través de
un micrófono.
Como siempre, yo era capaz de prestar atención los
primeros minutos, pero pasado un tiempo, la situación se volvía pesada y
densa y dejaba de escuchar, para disfrutar del paisaje.
La
chica era un poco sosa, no era nada divertida si la comparaba con
Joe... Pero como no había otra opción, decidí disfrutar del viaje sin
saber muy bien a donde iba...
No hay comentarios:
Publicar un comentario