miércoles, 20 de junio de 2012

Vivir en solitario: Dublin (XXVII)

A mediados de julio de 2009 una chica de Corea del Sur golpea la puerta de nuestra casa.
Llevaba 6 meses fuera de la suya, y venía de Estados Unidos. No le renovaron el visado allí y decidió venir a Irlanda. Estaba interesada en ver la habitación que estaba justo encima de la mía.
Jamás olvidaré su primera imagen: vestidito muy mono, con medias negras haciendo juego, zapatitos de último modelo, perfectamente maquillada y peinada, y un sombrerito de última moda... Todo muy chic.
Estuvo visitando la casa una media hora, y evidentemente, vino la entrevista de rigor. Parecía una persona normal... Por aquel entonces ella estaba viviendo en una residencia de estudiantes dublinesa, y se le terminaba el alquiler en unas semanas... No disponía de mucho tiempo.

El "flechazo" fue automático. No tenía nada que ver con mi forma de ser: yo paso de la moda y de las tendencias. Sin embargo, a mí, esa chica, me encantó como compañera de piso... Y a Peter también.
No la conocíamos de nada, pero nos gustó a los dos...

Y ahora pienso: qué es lo que hace que una persona nos guste a la primera?, y no me refiero al flechazo romántico, sino a que esa persona nos caiga bien... La manera de hablar?, la manera de expresarse gestualmente?, la mirada?, la voz?, la intuición?... no sé qué será, pero últimamente estoy pensando en ello... en cómo las personas conectamos entre sí: cómo elegimos amigos, pareja... y porqué rechazamos a determinadas personas, simplemente porque no nos caigan bien y muchas veces no sabemos ni el porqué...

Y quizás, lo más importante: la imagen que reflejamos sobre los demás, qué es lo que hace que las demás personas nos elijan para estar a su lado... Seguramente transmitamos, de manera totalmente inconsciente, nuestro estado de ánimo y personalidad a los que nos rodean...

La coreana se marchó aquella tarde de nuestra casa. Una hora después llamó y dijo que se quedaba con la habitación. Su nombre era Juyeon...

Irlanda. 2009.

jueves, 14 de junio de 2012

Vivir en solitario: Dublin (XXVI)

Yo llevaba en Dublin unas 2 ó 3 semanas, cuando mi compañero Peter me dice que tenemos que buscar a 2 compañeros más para la casa, ya que de las 4 habitaciones 2 se encontraban vacías.
Al igual que hizo conmigo, colgó un anuncio en Internet. Cada 3 ó 4 días venía alguien a visitarnos.
Para Peter era muy importante conocer a la persona que venía, por eso teníamos que hacerles una entrevista.

El primer candidato no recuerdo de qué país era, pero era africano. Ni bien le abro la puerta, el joven me desnuda con la mirada. Incluso cuando me saluda siento que se acerca hacia mí mas de la cuenta...
Llamo a Peter para que baje y enseñarle la casa. Mientras Peter le hablaba, el chico no dejaba de mirarme. Evidentemente, yo utilizaba la vieja técnica femenina de "no me doy cuenta que me estás mirando..." y me hacía la tonta...
Al chico no se le entendía muy bien cuando hablaba. En algunas ocasión, incluso se enfadó porque no le habíamos comprendido del todo lo que nos había dicho.
Le enseñamos la casa, y no mostró demasiado interés, ya que el precio le habrá parecido caro...
Sentados los 3 en el sofá y charlando, las miradas se hacen evidentes, incluso Peter, que era bastante despistado se dió cuenta.Cuando decide marcharse, nos despedimos de él y se fue.
La sensación que nos dejó no fue nada buena, tanto a Peter como a mí.

Desde un primer momento Peter se negó a tenerlo en casa. Me dijo que no quería problemas, que dado el comportamiento que había tenido el chico no se fiaba de él. Y yo, evidentemente, me negaba a tener que ducharme echando el pestillo o cerrando con llave mi habitación cada noche antes de irme a dormir.Peter estuvo de acuerdo conmigo.

El segundo candidato se presentó a los pocos días. Era de Europa del Este. Le enseñamos la casa y hablamos un poco con él. Tuvo una actitud parecida al anterior, pero este fue un poco más lejos, en un momento de descuido, y estando la puerta de mi habitación cerrada, se mete dentro. Peter, alucinado, le dice que no puede entrar en mi habitación sin permiso!. Otro candidato que quedó descartado de inmediato por ser raro...

Otro día vino un chico chino. Peter lo subió a la planta superior para enseñarle la habitación. El chico le dijo que la habitación era horrible y que no le interesaba. Casi sin mediar palabra se fue, dejando a Peter con la palabra en la boca y cerrándole la puerta en las narices.

En otra ocasión, vino un chico de Polonia. Vió la casa y pareció bastante interesado, pero nunca llamó.
Creo que en alguna ocasión también vino una chica polaca, pero no lo recuerdo con exactitud. Tampoco le gustó la casa.

Era habitual que mucha gente llamase cerrando día y hora para venir a ver el chalet, y no aparecían...

En cualquier caso, Peter me decía que había que llenarse de paciencia, que él llevaba unos 2 años viviendo en esa casa y que había pasado mucha gente de todo tipo. Él quería estar tranquilo, sin gente rara ni malos rollos de por medio. De ahí su enorme interés en hacer la entrevista. Y yo estuve de acuerdo con él...


Parte del salón de la casa de Dublin.


lunes, 4 de junio de 2012

Vivir en solitario: Dublin (XXV)

Hoy será un post muy especial para mí. Lo escribo nada más ni nada menos que desde tierras alemanas!. He llegado hoy, y aunque estoy bastante cansada, estoy contenta.
No estoy en absoluto en ninguna ciudad conocido, más bien es un pueblo pequeño, perdido en la inmensidad de Alemania. Qué cómo llegué hasta aquí?, bueno... es una larga historia, y desde luego si hace un mes me lo hubieran contado no me lo hubiera creído. Y pensé sobre ello. Sobre cómo nos cambia la vida en cuestión de semanas, o de días, incluso, en minutos o segundos.

Cuando vivía en Irlanda, muchas veces pensaba en ello: cómo he llegado hasta aquí?, qué hago viviendo con un polaco?, qué hago dejándolo todo y volver a mi vida de estudiante?... En Dublin yo tenía mucho tiempo para pensar, e intentaba encajar lo que habían sido para mí los meses anteriores.

Efectivamente, yo no era feliz. Tenía un trabajo envidiado por muchos, menos por mí. Tenía coche de empresa con todos los gastos pagados, un buen sueldo, teléfono a mi disposición, portátil con conexión a Internet en todo el planeta, un puesto deseado por muchos... y eso que, por aquel entonces, yo no había cumplido ni los 30 años todavía... Pero era infeliz.

Estar en Dublin, me permitía valorar lo poco que tenía, y que me aportaba realmente mucho a nivel personal. Estaba viviendo una experiencia, que quizás, no vuelva a repetirse nunca.
Valoraba la independencia de no vivir en casa de mis padres, de conocer una cultura diferente a la mía, una lengua muy distinta... pero también, el estar lejos de casa, la soledad, la falta de amigos... se entrelazaba en aquel guiso de sensaciones positivas. Una mezcla entre lo bueno y lo malo que te hace ver las cosas tal como son, sin adornos ni florituras...

Muchas noches, cuando salía a sacar la basura, me sentaba en el escalón de entrada a mi casa, y observaba las casas de los vecinos, pensaba y meditaba sobre mi vida, lo que había sido y lo que era en ese momento... Muchos cambios, muchas experiencias tristes y alegres en poco tiempo, un cúmulo de sensaciones difíciles de describir.
Aquellas noches de soledad, sentada en el escalón de entrada de mi casa, con la única compañía de mi pijama y mis zapatos de andar por casa, me hicieron ver, que aunque estaba sola y no tenía amigos allí, y aunque todo lo que me rodeaba era desconocido para mí, yo tenía ganas de vivir la experiencia, porque estaba en Dublin y era el presente lo que importaba...

Entrada de mi casa en Dublin, donde pasé muchas noches de reflexión... :)